El Día Mundial contra la Neumonía se celebra cada año el 12 de noviembre, para advertir de la importante morbilidad y mortalidad que sigue causando esta enfermedad. En España, una de cada mil personas contrae neumonía cada año esta tasa se triplica con la edad sobretodo en pacientes mayores de 65 años.

La neumonía es una infección pulmonar frecuente en ancianos, niños, personas inmunodeprimidas y en aquellas que padecen patologías crónicas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cardiopatías, insuficiencia renal, cáncer, cirrosis hepática o diabetes. La neumonía es una infección del pulmón que puede ser causada por múltiples microorganismos (bacterias, virus y hongos). Las neumonías se pueden clasificar como neumonía adquirida en la comunidad o en un centro sanitario; neumonía hospitalaria. La neumonía más común es la producida por una bacteria llamada neumococo Streptococcus Pneumoniae.

Es de vital importancia la vacunación como medida preventiva de la neumonía.  Tenemos a nuestro alcance la vacuna antineumocócicas, recomendada entre otros casos en personas con enfermedades crónicas, pacientes inmunodeprimidos o grupos de riesgo. Estas vacunas son seguras, pero se pueden producir efectos secundarios. La mayoría de los efectos secundarios, como inflamación o dolor en el brazo, son leves y no afectan las actividades de la vida diaria.

Medidas de prevención

Supone un grave problema de salud para las personas de edad avanzada y es importante tomar una serie de precauciones para evitarla.

Es de vital importancia llevar a cabo las campañas de vacunación. De la misma forma que se realiza una campaña contra el virus de la gripe, también está recomendada la del neumococo para todas las personas mayores de 60 años, sobre todo si no cuentan con un buen estado de salud o se vacunaron hace más de cinco años.

La neumonía se transmite rápidamente por contagio directo entre personas por lo que, una de las principales medidas de prevención es separar a las personas mayores sanas para frenar la posibilidad de contagio.

Llevar una dieta adecuada y una buena hidratación. Una nutrición inadecuada y la deshidratación favorecen el desarrollo de la enfermedad. Seguir una dieta rica en nutrientes y asegurar que la persona beba al menos dos litros de agua al día son buenas medidas para mantener el organismo fuerte frente al ataque de virus y bacterias.