Nuestro sistema inmunológico es el encargado de protegernos de las infecciones producidas tanto por bacterias como por virus, pero también nos defiende frente a otras enfermedades más relevantes. En las estaciones otoñales e invernales es cuando más nos acordamos de nuestras defensas, ya que somos más vulnerables a padecer el virus de la gripe o resfriados. Hay que prestar atención a nuestro cuerpo, sobretodo si nos sentimos cansados o si padecemos repetidas infecciones ya que podría ser un síntoma de alerta. 

Las defensas del cuerpo dependen en un 70% de los hábitos de vida, por ello es importante mantener una alimentación variada y equilibrada junto con la practica de ejercicio físico. El estrés es otro de los factores a controlar. A continuación, se mencionan aspectos para mejorar el estado inmunitario y para que las bacterias/virus no nos cojan con la guardia floja!

Cuidarnos teniendo en cuenta los pequeños detalles…

Ingerir 2 litros de agua al día para asegurar una buena hidratación, sobretodo en respuesta a síntomas como resfriado o fiebre. Se pueden añadir alternativas como sopas calientes, cremas de verduras, infusiones o tés. 

Descansar y hacer actividad física. Dormir un mínimo de 7 y 8 horas mejora la inmunidad ya que las hormonas mantienen su ciclo normal. Dormir las horas indicadas junto con la realización de actividad física regula la secreción de cortisol (hormona del estrés) protegiéndonos frente a los virus y a las bacterias. El cortisol es una hormona que tiene un efecto prácticamente en todos los órganos y tejidos del cuerpo. Presenta un papel muy importante: 

  • Responde al estrés.
  • Combate infecciones.
  • Regula el nivel de azúcar en la sangre.
  • Mantiene la presión arterial.
  • Regula el metabolismo, proceso por el cual el cuerpo utiliza los alimentos y la energía.

Una de las cosas más útiles para mantener lejos el resfriado, es evitar la exposición al frío a través de la nariz y la boca ya que son zonas que regulan la temperatura. Por ello, es importante ir siempre bien abrigado y evitar la humedad corporal junto con la exposición al frío.  

Tener una actitud positiva forma parte de un buen sistema inmunitario. Reír ayuda a mejorar el estrés y a mantenernos en equilibrio. Además, eleva la inmunoglobulina A que es un anticuerpo inmunitario que se encuentra en la piel y las mucosas. Un estado depresivo, de tristeza o angustia también disminuye las defensas y se acompaña de efectos negativos sobre el sistema inmunológico.

La ingesta adecuada de fruta y verduras nos aportan vitaminas y minerales esenciales en estos meses para fortalecer nuestras células. 

Por último, es muy importante fomentar un buen lavado de manos para evitar el contagio de unas personas a otras, o incluso a nosotros mismos después de estar en contacto con superficies contaminadas o personas enfermas.